Gracias, Maribel, muchas gracias

Estaba yo el domingo viendo la gala de los Goya, cuando le tocaba el turno para entregar el premio a la mejor actriz protagonista. Las nominadas eran Maribel Verdú, Belén Rueda, Blanca Portillo y Emma Suárez. Exceptuando a Blanca Portillo, que sin duda será una buena actriz (de hecho, en 7 Vidas lo hacía bien) pero que no me gusta mucho físicamente, el resto son guapas y se mantienen espléndidas a pesar de la edad (de que ya no son ningunas niñas ni jovencitas). Ahora bien, mi preferida, aquella a la que le he tenido siempre mayor afecto o cariño, sea por las causas subjetivas que sean, era Maribel Verdú. Y no lo era, como ha sugerido un buen cabrón amigo mío, por las muchas pajas que me he hecho pensando en ella (que en realidad no recuerdo haberme hecho ninguna pensando en ella, aunque sea el único español en no haberlo hecho). No, no es ese el motivo de mi afecto o cariño hacia Maribel Verdú. Son otras cosas más personales, místicas e inexplicables: su simpatía, su donaire, su cara, su alegría, su boca, sus ojos, su pelo, su cuello, sus entrevistas, sus relatos de su infancia…  En fin, son otras cosas las que me han hecho tenerle un cariño especial a esta chica.

 

Bueno, la cuestión es que cuando escuché que decían su nombre como ganadora del premio, en mi casa exclamé en voz alta: "¡Toma ya, coño!". Y yo estoy seguro de que ella escuchó mi grito de júbilo y alegría. Estoy seguro de que lo oyó. Pero no me pregunten cómo lo sé. Simplemente lo sé.

 

Y en los agradecimientos, Maribel Verdú nos obsequió con una de las peticiones de gracias más hermosas que yo he visto nunca, por lo menos en los Goya. Porque dijo, al final de los agradecimientos: "Quiero agradecer también este premio a toda esa gente que desde sus casas se ha alegrado por mí al escuchar mi nombre". La verdad es que Maribel Verdú no me decepcionó. Ni siquiera me hubiera decepcionado si no me hubiera agradecido el premio. Pero lo que hizo es una de las cosas más bonitas que una actriz puede hacer por los que la aprecian: acordarse de ellos en un momento así. Muchas gracias, Maribel, por todo, por haberme alegrado tanto la noche. De verdad, muchas gracias.